5 Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)

5 Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)
5 Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)

5 Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)

Cuando empecé a hacer jabones artesanales en casa, estaba llena de entusiasmo… y también de dudas. Me lancé a seguir recetas de internet, sin entender bien por qué se usaban ciertos ingredientes ni cómo funcionaba el proceso completo.

El resultado: varios jabones fallidos, ingredientes desperdiciados y muchas ganas de rendirme.

Pero con el tiempo (y gracias a una buena guía), aprendí a corregir esos errores y a hacer jabones que de verdad funcionan, se ven hermosos y cuidan la piel. Hoy quiero compartir contigo los 5 errores más comunes al hacer jabones caseros, y cómo puedes evitarlos desde el primer día.

Usar medidas inexactas o “al ojo”

Este fue mi primer gran error. Quise hacer jabón con tazas y cucharas, pensando que era como cocinar. Pero en la jabonería, todo debe medirse con precisión en gramos.

La saponificación es un proceso químico, y si te pasas o te quedas corto con la sosa cáustica, tu jabón puede quedar muy alcalino (y dañar la piel) o no solidificar.

Desde que empecé a usar una balanza digital y seguí una receta bien estructurada, todo cambió. El curso que tomé me enseñó cómo usar calculadoras de saponificación y evitar este error para siempre.

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No entender bien cómo usar la sosa cáustica

Al principio le tenía miedo a la sosa, y con razón. No entendía cómo manipularla de forma segura, ni sabía que debía agregarla al agua y no al revés (error clásico que puede provocar accidentes).

También aprendí que se debe usar en espacios ventilados, con guantes y gafas. Una vez que entiendes bien su función y tomas las precauciones necesarias, trabajar con sosa cáustica es seguro y sencillo.

El curso me ayudó muchísimo a perderle el miedo y a hacerlo todo con tranquilidad.


No dejar curar el jabón el tiempo suficiente

Después de desmoldar mi primer jabón, estaba tan emocionada que lo quise usar enseguida. Error.

El jabón necesita curarse durante 4 a 6 semanas para que termine de secarse, equilibrar su pH y durar más tiempo. Si lo usas antes, puede estar demasiado suave o incluso irritar la piel.

Aprendí a ser paciente y a organizarme para tener siempre jabón curado listo para uso o venta.


Seguir recetas sin saber su origen

En internet hay miles de recetas, pero no todas son confiables. Algunas tienen cantidades mal balanceadas o usan ingredientes que no combinan bien entre sí.

Yo seguí una receta que no funcionó porque tenía demasiada manteca y no suficiente sosa. El jabón quedó blando, grasoso y no hacía espuma.

Desde entonces, solo uso fórmulas probadas y bien explicadas, como las del curso que recomiendo a todo el que quiera aprender de verdad.

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No conocer bien los ingredientes y sus funciones

Otro error fue usar ingredientes sin saber para qué servían. Mezclé aceites que no hacían buena espuma, o ingredientes que no eran adecuados para mi tipo de piel.

La clave está en entender qué hace cada ingrediente:

  • El aceite de coco limpia y da espuma
  • El de oliva hidrata
  • La avena calma
  • La miel suaviza
  • La arcilla purifica

Cuando aprendes a combinar todo esto correctamente, tus jabones no solo se ven bien, sino que funcionan de verdad.

Cometer errores es parte del proceso, pero no tienes que aprender a la fuerza

Yo aprendí mucho fallando, pero si hubiera tenido desde el principio una guía confiable, me habría ahorrado tiempo, dinero e ingredientes.

Si quieres empezar con buen pie y evitar estos errores comunes, te recomiendo el mismo curso que me ayudó a dominar el proceso y crear jabones seguros, funcionales y listos para vender.

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No necesitas ser experta. Solo necesitas el conocimiento correcto y ganas de crear.

Una de las cosas que más me costó entender al principio fue que hacer jabón artesanal es una ciencia, no solo arte. Aunque puedes experimentar con colores y formas, si no entiendes la química básica detrás del proceso, vas a cometer errores costosos. Aprender con estructura me ayudó a evitar ese caos.


También cometí el error de usar moldes inapropiados. Al principio usaba moldes de plástico duro, y eso hacía que el jabón se pegara o se rompiera al desmoldar. Cuando descubrí los moldes de silicona, todo cambió. Son fáciles de usar, reutilizables y hacen que el acabado final se vea mucho más profesional.


Muchos principiantes (como yo lo fui) olvidan tomar notas de cada receta que hacen. No saber qué funcionó y qué no te hace repetir errores. Desde que empecé a anotar todo —cantidades, temperaturas, tiempos y resultados— pude mejorar cada lote y afinar mis fórmulas. En el curso también te dan plantillas para registrar tus procesos.


Otro error que cometí fue usar aceites esenciales sin saber las dosis adecuadas. Pensaba que mientras más pusiera, más aromático sería el jabón, pero eso puede causar irritaciones en la piel. Hay límites seguros que debes seguir, y eso lo aprendí con claridad dentro del curso.


A veces subestimamos la importancia de la temperatura al mezclar los aceites y la sosa. Si uno está muy caliente y el otro muy frío, la mezcla puede separarse o no trazar bien. Esto me pasó más de una vez, hasta que entendí la importancia de esperar a que ambos estén entre 37°C y 45°C antes de mezclarlos.


Una parte clave que muchos omiten es la calidad del agua. Yo usaba agua del grifo sin saber que los minerales podían afectar la reacción química. Hoy solo uso agua destilada para evitar impurezas y asegurar que el jabón quede estable y duradero. Ese pequeño cambio hizo una gran diferencia.


Otro error fue no dejar espacio para reposar el jabón en un lugar adecuado. El jabón necesita estar en un lugar seco, fresco y ventilado durante el proceso de curado. En mis primeros lotes los dejé en la cocina, y absorbieron olores y humedad. Ahora tengo un estante dedicado solo a eso.


Una vez intenté vender jabones sin probarlos antes. Mala idea. Debes probar cada receta en tu propia piel primero, ver cómo reacciona y cómo se comporta el jabón con el tiempo. Es parte de crear productos confiables y ganarte la confianza de tus clientes.


También creí que podía aprender todo viendo videos sueltos en YouTube. Pero me di cuenta de que muchos explicaban cosas incompletas, y terminé mezclando ideas que no funcionaban juntas. Fue hasta que tomé un curso completo, con estructura y fundamentos, que empecé a tener resultados reales.


Otro error común es no calcular bien el precio del producto terminado. Al principio regalaba mis jabones o los vendía sin pensar en el costo real. Cuando aprendí a calcular el precio por unidad (incluyendo materiales, tiempo y empaque), entendí cuánto debía cobrar para tener ganancias reales.


Incluso la elección del aceite puede afectar la vida útil del jabón. Por ejemplo, el aceite de girasol tiende a ponerse rancio más rápido si no se equilibra bien en la receta. Estos detalles solo los conocí cuando estudié bien el comportamiento de los ingredientes, algo que te enseñan en el curso paso a paso.


Si estás comenzando o ya hiciste tus primeros intentos y fallaron, no te desanimes. Aprender a hacer jabones artesanales desde cero, sin errores innecesarios, es posible con la guía correcta. Yo usé este curso para entender desde lo básico hasta lo avanzado, y lo recomiendo sin dudar.

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