Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)

Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)
Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)

Errores Comunes al Hacer Jabones Caseros (Y Cómo Evitarlos)

Cuando empecé a hacer jabones caseros, cometí casi todos los errores posibles. Me guiaba por videos de internet sin estructura, mezclaba ingredientes sin medir y, aunque lo hacía con buenas intenciones, perdía tiempo, dinero y paciencia. Hoy quiero compartir contigo los errores más comunes que cometí (y vi cometer a otros) al hacer jabones artesanales, y cómo los puedes evitar desde el principio.

1. No usar una báscula digital

Uno de los peores errores que cometí fue confiar en cucharas y tazas medidoras. El jabón requiere precisión. Una pequeña diferencia en gramos puede alterar el equilibrio entre aceites y sosa. Después de muchos fallos, entendí que una báscula digital es esencial para cualquier receta.


2. No usar guantes ni protección ocular

La sosa cáustica no es un juego. Al principio subestimé su poder y terminé con una irritación en la piel. A partir de ahí, nunca volví a hacer jabón sin guantes, gafas y manga larga. Es un paso básico, pero vital, que muchos principiantes ignoran.


3. No entender la diferencia entre aceites

No todos los aceites hacen lo mismo. El aceite de coco endurece y da espuma, el de oliva hidrata, y el de ricino aporta suavidad. Yo mezclaba al azar y el resultado era jabón pegajoso o que no limpiaba bien. El curso que tomé me ayudó a entender qué hace cada aceite y cómo combinarlos correctamente.

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4. No respetar las temperaturas

Pensé que era suficiente con derretir y mezclar, pero no. Si la mezcla de aceites y la solución de sosa están a temperaturas muy diferentes, el jabón puede separarse o quedar grumoso. Aprendí que la temperatura ideal es entre 37 °C y 43 °C para ambos.


5. No tener paciencia en el proceso de curado

Creí que podía usar mis jabones al día siguiente. Error grave. Los jabones hechos en frío necesitan curar al menos 4 semanas para que el exceso de agua se evapore y el pH se estabilice. Usarlos antes puede causar irritación o que se deshagan rápido.


6. No etiquetar bien tus moldes o recetas

Hice varias tandas de jabones sin marcar cuál era cuál… y luego no sabía qué ingredientes usé en cada uno. Aprendí a escribir la receta, la fecha y los ingredientes exactos en cada lote, para evitar confusiones.


7. No tener un espacio bien ventilado

La primera vez que mezclé la sosa con agua lo hice en la cocina, sin abrir ventanas. El olor era fuerte y me sentí mareada. Desde entonces, solo trabajo en espacios con buena ventilación, preferiblemente al aire libre o con extractores.


8. Pensar que más aroma es mejor

Quise que mis jabones olieran fuerte, así que exageré con los aceites esenciales. Resultado: piel irritada. El curso que tomé me enseñó que hay límites seguros para cada tipo de aceite aromático, y que el equilibrio es más importante que la intensidad.


9. Usar moldes inadecuados

Una vez usé moldes de plástico de cocina y no pude desmoldar los jabones. Se rompieron todos. Aprendí que los moldes de silicona o madera con papel encerado son los más seguros para resultados profesionales.


10. No seguir un proceso paso a paso

Intentar improvisar fue una pérdida de tiempo. Solo cuando seguí una guía clara y estructurada paso a paso entendí cómo hacer jabones que funcionen y se vean bien. A veces creemos que podemos hacerlo “a ojo”, pero no funciona así con la saponificación.


Mi solución final: educación

Después de tantos errores, decidí invertir en una guía seria. El curso que tomé me enseñó a hacer jabones desde casa de forma segura, profesional y rentable. Desde entonces, hago jabones para mi familia, para vender y para crear mi propia marca.

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Uno de los errores más comunes y silenciosos que cometí fue copiar recetas de internet sin verificar la fuente. Muchas veces no estaban equilibradas, y eso puede causar que el jabón irrite la piel o simplemente no funcione. No todas las recetas sirven para todos los tipos de piel ni condiciones climáticas.


También solía pensar que cualquier esencia o fragancia era buena. Usé perfumes cosméticos que no eran aptos para jabones, y eso me generó productos rancios o con olores desagradables. Hoy sé que solo se deben usar aceites esenciales o fragancias especiales para saponificación.


Otra equivocación: no testear antes de hacer lotes grandes. Por emoción hacía muchas unidades sin probar primero con una pequeña tanda. Si algo salía mal, perdía todo el material. Ahora siempre hago una “prueba piloto” antes de producir en cantidad.


Un punto que muchos no mencionan es la contaminación cruzada. Usar herramientas de cocina para hacer jabón puede ser peligroso. Lo que hice fue separar espátulas, moldes y recipientes solo para mis jabones. Así evitaba accidentes y mantenía todo más higiénico.


También cometí el error de guardar mis jabones en bolsas plásticas pensando que así durarían más. Pero eso retiene humedad y puede dañarlos. Aprendí que lo mejor es curarlos y guardarlos en lugares secos, ventilados y sin luz directa.


Algo que me costó entender fue que no todo lo natural es seguro en cualquier dosis. Por ejemplo, usar canela o clavo en exceso puede causar ardor. El curso que tomé me enseñó exactamente cuánto usar de cada ingrediente natural para obtener beneficios sin riesgos.

Este curso me enseñó a hacer jabones artesanales correctamente desde cero


Otro error que me costó caro fue no llevar registro de costos. Solo cuando empecé a apuntar lo que gastaba en cada ingrediente, empaque y herramienta entendí si estaba ganando o perdiendo dinero. Eso me permitió poner precios justos y sostenibles.


En redes sociales, al principio me enfocaba solo en “vender, vender, vender”, y no conectaba con mi audiencia. Cuando cambié la estrategia a educar, inspirar y mostrar mi proceso, las ventas empezaron a llegar sin tener que forzarlo.


También solía usar colorantes artificiales para repostería, sin saber que no todos son compatibles con la saponificación. Algunos cambiaban de color o desaparecían. Luego descubrí los colorantes naturales como arcillas, cúrcuma o carbón activado, que dan tonos hermosos y seguros.


Algo que me frustraba era que algunos jabones desprendían líquido después de unos días. No sabía que eso podía deberse a un exceso de agua o a no haber mezclado bien la sosa. Entender ese proceso químico marcó la diferencia en mis resultados.


Un detalle técnico que aprendí es que no todas las batidoras sirven. Yo usaba una vieja que se recalentaba y no alcanzaba la traza. Una batidora de inmersión potente es una de las mejores inversiones que puedes hacer al empezar.

Por último, creía que debía aprender todo sola. Pero la verdad es que un buen curso acorta el camino, evita errores peligrosos y te prepara para emprender con seguridad. Yo no estaría vendiendo hoy si no hubiera recibido esa guía.

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