Cómo Crear Recetas de Jabones Artesanales Personalizadas
Cuando empecé en la jabonería artesanal, seguía recetas de internet al pie de la letra. Algunas funcionaban, otras no tanto. Pero con el tiempo descubrí algo que cambió todo: crear mis propias recetas personalizadas. No solo me dio libertad creativa, sino que también me permitió diseñar jabones para distintos tipos de piel, necesidades y preferencias.
Hoy quiero contarte cómo aprendí a formular jabones desde cero, cómo lo hago ahora y por qué fue clave tomar un curso profesional para entender los fundamentos detrás de cada ingrediente.

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Por qué deberías dejar de copiar recetas y empezar a crear las tuyas
Al principio, copiar recetas es útil. Pero si realmente quieres avanzar, destacarte y hasta vender tus jabones, necesitas entender cómo funcionan los ingredientes. No todos los aceites reaccionan igual, ni todas las pieles necesitan lo mismo.
Cuando aprendí esto en un curso profesional de jabonería, sentí que me quitaba una venda de los ojos. Por fin pude entender qué hace cada aceite, cómo equilibrar las cantidades, y cómo lograr un jabón que de verdad funcione.
Este es el curso que me enseñó paso a paso cómo crear mis propias fórmulas y lo recomiendo sin dudar
Los elementos clave de una receta personalizada
Toda receta de jabón artesanal necesita tres cosas esenciales:
- Aceites y grasas: Son la base. Yo uso combinaciones como oliva, coco, manteca de karité o ricino. Cada uno aporta algo distinto: hidratación, espuma, dureza…
- Líquido: Puede ser agua destilada, infusión de hierbas, leche de avena, etc.
- Sosa cáustica (hidróxido de sodio): Suena fuerte, pero bien usada y con protección, es totalmente segura. Es la que convierte los aceites en jabón (saponificación).
Lo que me enseñaron en el curso es cómo usar calculadoras de saponificación, que son esenciales para que la receta sea segura y funcione bien.
Cómo empecé a probar mis fórmulas
Después de aprender la teoría, me lancé a probar. Empecé con jabones simples: oliva + coco + manteca de karité. Luego jugué con aromas, arcillas, avena y esencias naturales. Cada lote que hacía me enseñaba algo.
Lo bueno es que, al tener la base clara, sabía ajustar cantidades y corregir errores sin tirar todo a la basura. Eso fue gracias a lo que aprendí en el curso.
Ventajas de crear tus propias recetas
- Puedes adaptar tus jabones a tipos de piel específicos (seca, grasa, sensible).
- Puedes ofrecer productos únicos y personalizados, que no se consiguen en ningún otro lado.
- Puedes usar ingredientes locales o especiales que a ti te gusten o tengas a mano.
- Y lo más importante: te conviertes en creadora, no solo en seguidora.
Errores que evité gracias a una buena formación
Antes del curso, cometí muchos errores: jabones que se derretían, que no hacían espuma, que dejaban la piel seca… Pensé que era normal. Pero no. Estaba usando mal las proporciones, mezclando aceites incompatibles o usando aditivos sin equilibrio.
Con el conocimiento correcto, aprendí a controlar los resultados desde la fórmula. Y eso me dio seguridad, mejores productos y más ventas.
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No necesitas ser experta para empezar
Una de las mejores cosas que descubrí es que no necesitas experiencia previa. Solo necesitas las ganas de aprender, una guía clara, y los ingredientes básicos. Lo demás se aprende. Y si yo lo hice desde cero, tú también puedes.
Crear recetas personalizadas te da independencia, creatividad y la posibilidad de crear una marca propia con identidad real.
Qué sigue ahora?
Si estás lista para dejar de seguir recetas genéricas y comenzar a crear tus propios jabones con confianza, yo te recomiendo el mismo camino que tomé yo:
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Una de las primeras cosas que aprendí fue que no todos los aceites funcionan igual en cada receta. Por ejemplo, el aceite de coco da mucha espuma, pero también puede resecar si se usa en exceso. En cambio, el aceite de oliva es más suave, pero no da tanta espuma. El equilibrio lo es todo.
También descubrí que no necesitas tener 10 tipos de aceites diferentes para empezar. Con tres o cuatro bien seleccionados, puedes hacer recetas increíbles. La clave está en conocer el rol de cada uno y cómo combinarlos según el efecto que quieras lograr.
Otra ventaja de hacer tus propias recetas es que puedes adaptarlas al clima o estación del año. En invierno, incluyo más mantecas para hidratar. En verano, prefiero fórmulas más ligeras y frescas. Este tipo de ajustes hace que los clientes vuelvan porque notan la diferencia.
Uno de los secretos que me ayudó mucho fue llevar un cuaderno de recetas. En él anoto cada combinación que pruebo, cantidades, aromas, tiempo de curado, y los resultados. Gracias a eso, sé exactamente qué repetir y qué mejorar sin perder tiempo ni dinero.
Algo que también me sorprendió fue el uso de aditivos naturales: avena, arcilla rosa, cúrcuma, carbón activado, miel… cada uno aporta algo especial. Pero si no sabes bien cuánto usar, puedes arruinar la receta. Por eso, tener una guía clara desde el principio es fundamental.
En el curso también aprendí sobre superfatting o “sobreengrasado”, una técnica que deja un porcentaje de aceites sin saponificar para que el jabón sea más hidratante. Es un pequeño detalle, pero cambia totalmente la calidad final del producto.
Otro punto clave es conocer el INS (índice de yodo y saturación) que afecta la dureza y duración del jabón. Antes ni sabía que eso existía, pero ahora uso calculadoras de saponificación que me permiten formular con precisión y seguridad.
También comencé a hacer jabones “de autor”, es decir, con ingredientes locales o significativos. Por ejemplo, usé infusión de café de mi región y esencias cítricas que me recuerdan mi infancia. Eso le dio alma a mis productos y los clientes lo notan.
Lo bueno de personalizar tus recetas es que puedes crear colecciones temáticas: jabones para el rostro, para bebés, para barbas, para exfoliar, para piel sensible… Cada receta cumple una función específica y eso eleva el valor de lo que haces.
Con el tiempo, comprendí que crear tus recetas también te prepara para crecer como marca. Ya no dependes de lo que ves online. Puedes crear fórmulas únicas, con tu toque personal, y destacar en un mercado donde muchos solo replican lo mismo.
Y lo más bonito de todo es que, cuando usas un jabón hecho con tus propias fórmulas, sientes orgullo. Sabes lo que contiene, sabes que es saludable, y sabes que está hecho con tus manos y tu mente. Para mí, eso es insustituible.