Cómo Usar el Jabón Artesanal en tu Rutina de Cuidado Diario
Cuando comencé a usar jabón artesanal, fue por curiosidad. Me habían dicho que era mejor que el comercial, que tenía ingredientes naturales y que era ideal para pieles sensibles. Pero no fue hasta que lo incluí en mi rutina diaria de cuidado personal que entendí su verdadero valor.
En este artículo te comparto cómo lo uso yo, por qué lo prefiero sobre cualquier otro producto de supermercado, y cómo tú también puedes transformar tu piel y tu bienestar con un cambio tan simple como este.

Table of Contents
1. Por qué elegí el jabón artesanal para mi cuidado diario
Durante años tuve problemas con la resequedad, granitos ocasionales y una sensación de tirantez después de bañarme. Probé todo tipo de jabones “dermatológicos” y caros, pero siempre volví al mismo punto.
Fue ahí cuando decidí darle una oportunidad al jabón natural hecho a mano, y sinceramente… fue una de las mejores decisiones para mi piel.
2. Cómo lo uso cada mañana
Mi rutina por la mañana es simple: me lavo el rostro con agua templada y luego paso suavemente una barra de jabón artesanal específico para piel sensible. Lo dejo actuar unos segundos mientras masajeo el rostro con las yemas de los dedos, y luego enjuago.
Después de eso, aplico mi crema hidratante de siempre. La diferencia es que ya no siento ardor, ni resequedad, ni picazón.
3. Uso distinto para cuerpo y rostro
Aunque todos mis jabones son naturales, descubrí que me funciona mejor usar uno con avena y miel para la cara, y otro con aceite de coco y lavanda para el cuerpo. Los jabones artesanales pueden adaptarse a cada parte del cuerpo si sabes elegir bien la receta.
4. Lo que evitás al dejar el jabón comercial
Cuando dejé de usar jabones comerciales, mi piel me lo agradeció. Ya no tenía contacto diario con parabenos, sulfatos, fragancias artificiales ni alcoholes resecos. Es increíble cómo un cambio tan pequeño puede hacer una diferencia tan grande.
5. El olor natural, no invasivo
Una de mis partes favoritas es el aroma. El jabón artesanal no huele como perfume barato, sino que deja una fragancia suave, natural y relajante en la piel. Me encanta usarlo al final del día para relajarme antes de dormir.
6. Cómo elegir el mejor para ti
Al principio no sabía cuál jabón usar. Me confundía con tantos ingredientes. Pero con el tiempo aprendí que mi piel respondía mejor a los aceites vegetales puros como el de oliva, karité y almendra. Por eso hoy, incluso cuando compro, me fijo bien en cada ingrediente.
7. Exfoliación suave 2 veces por semana
Otra parte de mi rutina es exfoliarme suavemente dos veces por semana con un jabón artesanal que tenga café molido o avena. Es mucho más amable con mi piel que cualquier exfoliante de tienda, y no me deja irritada.
8. Cuido también mis manos
Después de cocinar o limpiar, en lugar de usar jabones industriales de manos que resecan, uso uno de aloe vera artesanal que me hice yo misma. Me mantiene las manos suaves, sin necesidad de cremas cada rato.
9. El jabón que también regalo
Como ya hago mis propios jabones, aprovecho para regalar a familiares y amigos. Pero no es solo un regalo bonito: es una forma de compartir cuidado real. Todos me dicen que se sienten mejor con su piel desde que lo usan.
10. El hábito que se volvió parte de mi estilo de vida
Usar jabón artesanal ya no es una moda ni una curiosidad. Es parte de mi día a día. Y honestamente, no volvería a usar jabones comerciales. Es más saludable, más personal, más amoroso.
Desde que lo incluí en mi rutina diaria, noté algo que no esperaba: mi piel empezó a equilibrarse sola. Ya no necesitaba tantos productos, ni tónicos, ni lociones especiales. El jabón artesanal fue suficiente para mantener mi piel limpia y estable. Menos es más, y eso me lo enseñó la naturaleza.
Una cosa importante que aprendí con la experiencia fue rotar mis jabones según las estaciones del año. En invierno, uso uno con más mantecas y aceites, como el de karité. En verano, prefiero uno con aloe vera o pepino. Este simple cambio ayuda a que mi piel se mantenga saludable todo el año.
Muchas veces me preguntan si los jabones artesanales hacen suficiente espuma. La respuesta es sí, pero es una espuma más suave y natural, sin los químicos que hacen esa “falsa espuma” en los productos comerciales. La sensación es diferente, más limpia, más real.
Yo no solo uso el jabón artesanal en el baño. También lo uso para lavarme el rostro por las noches, después del maquillaje. Incluso en momentos de estrés, un buen jabón con lavanda o manzanilla me ayuda a relajarme. Es increíble cómo los aromas naturales pueden influir en el estado de ánimo.
Otro truco que descubrí es dejar que el jabón se seque bien entre usos, colocándolo sobre una jabonera que drene bien el agua. Así me dura mucho más, no se derrite y mantiene su forma. Este tipo de cuidado me ayuda a aprovechar al máximo cada barra que hago o compro.
Si tienes hijos, te puedo decir que el jabón artesanal también es ideal para pieles delicadas como la de los niños. Yo misma preparé uno con manzanilla y avena, suave y sin aromas fuertes. Me dio tranquilidad saber que no estaba usando químicos en su piel.
Además, como persona con piel sensible, siempre buscaba productos “sin perfume” que igual terminaban irritándome. Con el jabón artesanal que yo misma elijo o formulo, sé lo que contiene, y eso me da confianza y tranquilidad diaria.
Algo que también me encanta es que cada barra tiene una historia. Ya no es un producto anónimo de supermercado. Es algo que hice o que alguien hizo con dedicación, con ingredientes reales. Ese tipo de conexión transforma hasta el acto más simple, como lavarse las manos.
Desde que cambié a una rutina más natural, he notado que mi piel luce más viva, más hidratada y con mejor textura. No es magia, es simplemente usar productos que respetan el equilibrio natural de la piel. El jabón artesanal se convirtió en mi mejor aliado.
Y si estás pensando en hacer un cambio, no necesitas tirar todo lo que tienes. Puedes empezar con una sola barra de jabón artesanal y ver cómo responde tu piel. Eso hice yo. Y fue suficiente para convencerme de no volver atrás.