Diferencias entre Jabón Artesanal en Frío y en Caliente
Cuando empecé en el mundo de la jabonería artesanal, me sentía confundida con tantos términos: proceso en frío, proceso en caliente, base de glicerina… ¿Cuál era mejor? ¿Cuál debía aprender primero? Me hubiera encantado que alguien me explicara de forma clara las diferencias entre el jabón artesanal en frío y en caliente, y por eso hoy te comparto lo que descubrí haciendo ambos con mis propias manos.

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Qué es el proceso en frío?
El jabón en frío se elabora mezclando aceites con sosa cáustica sin aplicar calor externo. Todo ocurre a temperatura ambiente. Luego se vierte la mezcla en moldes y se deja curar por lo menos 4 semanas.
Yo lo prefiero cuando quiero crear jabones delicados, con diseños bonitos y que conserven mejor las propiedades de los aceites y aceites esenciales.
Ventajas del jabón en frío:
- Mejor conservación de ingredientes sensibles
- Textura más cremosa
- Más tiempo para trabajar con colores o formas
Desventajas:
- Tiempo de espera largo para usar o vender
- Puede fallar si no se mide bien la fórmula
¿Qué es el proceso en caliente?
En este método, la mezcla de aceites y sosa se calienta intencionalmente (normalmente en baño maría o crockpot) para acelerar la saponificación. El jabón puede estar listo para usarse en 24 a 48 horas, aunque igual se recomienda dejarlo descansar unos días.
Cuando tengo prisa, o quiero un jabón funcional sin esperar semanas, recurro a este proceso. Es ideal si quieres hacer jabones terapéuticos, para mascotas o para uso rápido.
Ventajas del jabón en caliente:
- Curado rápido
- Más seguro para añadir ingredientes frescos como miel o leche (porque ya no hay sosa activa)
- Textura más rústica, pero efectiva
Desventajas:
- No tan estéticamente bonito
- Olor menos intenso si usas aceites esenciales (por el calor)
- Más difícil de moldear o hacer diseños
¿Cuál es mejor para ti?
La verdad es que depende de tus objetivos. Yo comencé con el proceso en frío porque quería hacer jabones bonitos para regalar y vender en ferias. Pero luego aprendí el caliente para usos prácticos y jabones funcionales que podía entregar al día siguiente.
Si buscas un acabado visual más fino y estás dispuesta a esperar, el proceso en frío es para ti.
Si lo tuyo es la rapidez, fórmulas simples y jabones efectivos aunque rústicos, el proceso en caliente te va a encantar.
Mi experiencia personal usando ambos métodos
Probé ambos procesos con la misma fórmula base, solo cambiando el método, y los resultados fueron totalmente diferentes. El jabón en frío salió liso, con colores suaves y aroma intenso. El de proceso caliente fue más tosco, pero se podía usar en 48 horas y espumaba genial.
Eso me hizo entender que no hay uno mejor que otro, solo diferentes según el propósito.
¿Puedo vender jabones hechos en caliente?
¡Por supuesto! De hecho, mucha gente que vende por volumen usa el método caliente para cumplir con la demanda. Solo asegúrate de que esté bien formulado, no huela “a sosa” y tenga una presentación adecuada. Un buen empaque puede elevar cualquier producto.
Si quieres aprender paso a paso cómo hacer ambos tipos de jabón artesanal y convertirlo en un negocio desde casa, este curso fue el que me cambió la vida. Te enseña las técnicas exactas, recetas probadas y cómo evitar errores comunes.
Conclusión
Hoy hago jabones en frío cuando quiero crear algo visualmente hermoso y delicado, y uso el proceso en caliente para hacer lotes rápidos, terapéuticos o con ingredientes frescos. Ambos tienen su lugar y sus beneficios.
Lo importante es que empieces con una guía clara, te atrevas a probar los dos, y encuentres lo que mejor funciona para ti.
Una de las cosas que más me llamó la atención la primera vez que hice jabón en caliente fue lo rápido que cambia la textura. Literalmente, en menos de una hora ya ves cómo la mezcla pasa de líquida a una pasta espesa y cocida. Eso me pareció fascinante, aunque debo confesar que al inicio me dio miedo pasarme de cocción.
Con el tiempo, me di cuenta de que los jabones en caliente son más seguros para usar ingredientes sensibles, como leche de avena, miel o aceites esenciales delicados. Como el proceso de saponificación ya está completo cuando los agregas, no pierden sus propiedades ni interfieren con la química del jabón.
También aprendí que los jabones en frío retienen mejor los colores naturales. Si usas espirulina, arcilla rosa o cúrcuma, el color final suele verse más vibrante. En el proceso caliente, el calor puede opacarlos o cambiarlos por completo, lo cual fue una gran decepción la primera vez que me pasó.
Una vez quise agregar pétalos de flores a un lote en caliente y terminé con una pasta de jabón llena de puntos marrones… no sabía que el calor los quemaría. Desde entonces, entendí que el proceso en frío es mejor para decoraciones delicadas.
Otro punto importante: los jabones en frío requieren paciencia y espacio. Tienes que dejarlos curando en estanterías bien ventiladas durante semanas, lo que puede ser un problema si tienes poco espacio como yo. El método caliente, en cambio, es ideal si quieres rotar producto más rápido.
Por otro lado, si tu intención es vender, es clave saber que muchos clientes prefieren el acabado visual de los jabones en frío. Yo noté que los de acabado liso, colores suaves y formas bien definidas se venden mejor, especialmente cuando son parte de un set o un regalo.
Cuando descubrí que el jabón en caliente podía usarse en 1 o 2 días, me pareció la mejor solución para pedidos de último momento. Tuve una clienta que necesitaba jabones para una boda urgente, y esa fue mi salvación.
Un error que cometí fue querer aplicar técnicas decorativas avanzadas (como remolinos o capas de colores) en el proceso caliente. No funcionó. El jabón se endurecía muy rápido y no podía trabajar los diseños. Desde entonces, dejo los efectos artísticos para el proceso en frío.
Con el tiempo, fui ajustando mis recetas para que cada proceso diera lo mejor de sí. Por ejemplo, para el caliente, uso más aceites duros y poca fragancia; para el frío, juego más con aceites suaves y aromas intensos.
Otro detalle que muchos no mencionan es el gasto energético. El proceso en caliente, al requerir fuente de calor durante mucho tiempo, puede aumentar el consumo eléctrico si haces grandes cantidades. En mi caso, uso una crockpot eficiente para minimizar esto.
Al enseñar a otros, siempre digo lo mismo: empieza con el proceso en frío si quieres aprender a fondo la estructura del jabón, pero explora el caliente si te interesa la producción rápida y funcional. Con el tiempo, vas a dominar ambos y sabrás cuándo usar cada uno.
Si yo lo logré desde cero con este curso que te recomiendo, tú también puedes hacerlo. No necesitas ser experta, solo tener ganas de aprender y seguir paso a paso. Yo aprendí a hacer jabones que huelen bien, se ven hermosos y duran más… todo desde casa.